viernes, 22 de julio de 2016

Tarzán, el hombre mono

Hoy se estrena la última película protagonizada por el rey de los monos, y aprovechando tal circunstancia, toca ilustración conmemorativa y breve semblanza del personaje.

Tarzán es un personaje proveniente de la literatura, literatura popular, sí, pero literatura al fin y al cabo. Fue creado en 1912 por el escritor Edgar Rice Burroughs para la revista pulp All Story Magazine bajo el título de Tarzan of the Apes (Tarzán de los monos), y que posteriormente sería recopilado en formato novela, alcanzado una serie de veinticuatro libros dedicados por el autor al personaje.

El éxito alcanzado por Tarzán, pronto le hizo que diese el salto a otros medios como el cómic y, sobre todo, el cine, que terminaron por encumbrar definitivamente al personaje.

Tarzán y la Ciudad Perdida, por Jesús Bravo

La historia de Tarzán es la historia de John Clayton III, único hijo de una pareja de aristócratas ingleses perdidos en la selva africana a finales del siglo XIX. Después de sus muertes, el pequeño John es adoptado por una manada de simios que le llaman «Tarzán», que significa «piel blanca». Gracias a su vida en la selva, Tarzán adquirió grandes habilidades físicas, podía saltar desde los árboles, columpiarse por la lianas y era capaz de enfrentarse a cualquier animal salvaje para defender a su familia simia; asimismo, también heredó un gran nivel de habilidad mental. Solamente vuelve a contactar con seres humanos cuando ya es adulto. En este período, aprende a hablar y visita el mundo civilizado, pero lo rechaza para volver a la jungla. En historias posteriores se cuentan otras aventuras que lleva a cabo, varias veces descubriendo civilizaciones perdidas.

Tarzán es la actualización del mito del buen salvaje, así como continuador de la rica tradición literaria y mitológica del niño criado por animales, al estilo de Rómulo y Remo o el propio Mowgli, la genial creación de Ruyard Kipling para El Libro de la Selva. Obviamente, por el tiempo que fue creado, es un producto de la visión colonialista de entonces, donde el hombre blanco llega a un entorno desconocido y salvaje, lo hace suyo, y lo domina según su propio estilo moral y de vida occidental. Sin embargo, al contrario que otros personajes como The Phantom o Tintín, que establecen su visión dominante sobre las tierras agrestes, los recursos y los pueblos indígenas, Tarzán se muestra protector de la Naturaleza, en contra de la caza indiscriminada de animales, guardián de los recursos naturales y profundamente respetuoso con las tribus indígenas, siguiendo un incipiente pensamiento  de corte ecologista. 

En 1929, Tarzán llega a los cómics en forma de daily strip, gestionada por el United Features Syndicate y dibujada por el maestro Harold Foster, que adaptaría la primera de las novelas de Burroughs. Foster fue el responsable de la imagen actual que tenemos del hombre mono, pelo moreno corto y taparrabos, imagen potenciada posteriormente por Johnny Weissmuller en su ciclo de películas sobre el personaje para la Metro Goldwyn Mayer. Hasta entonces, Tarzán fue representado en cubiertas de libros e ilustraciones con el pelo largo sujeto con una cinta al estilo Rambo y una vestimenta de piel de leopardo que cubría parte de su torso. Las historietas de Foster, siguiendo su estilo realista, potenciaban más una acción estática, casi contemplativa, centrándose mucho en la descripción anatómica de personajes y animales así como el empleo de densos textos sacados de las propias novelas literalmente, sin apenas globos de diálogo. Algo que no fue muy del agrado de los jefes del Syndicate pero que fue ampliamente aplaudido por los lectores.

Foster dejaría Tarzán en 1937 para centrarse en su obra cumbre, el Príncipe Valiente y fue sustituido por Burne Hogarth, que continuaría la serie hasta 1950. Hogarth dotó a su Tarzán de un estilo que rayaba en el barroco más excesivo, con influencias del marienismo y el expresionismo alemán. Una abigarrada composición de la página que llevó al punto de apodarle como el Miguel Ángel del cómic. Las historietas se adecuaban a este peculiar estilo, ambientándolas en una época misteriosa e indefinida, donde Tarzán se movía entre civilizaciones perdidas y mundos oníricos en muchos casos, con especial preeminencia por vestuarios y decorados de tiempos pasados, como la Roma Antigua o el Bagdad de las Mil y una noches. Hogarth volvería a retomar a Tarzán en 1972 con Tarzan of the Apes, obra que sería posteriormente  catalogada como la primera novela gráfica del noveno arte.


Russ Manning sería el tercer dibujante importante asociado al personaje (por supuesto ha habido decenas más). Dibujó las tiras diarias y las sundays de Tarzán desde 1967 hasta 1978. Manning también dejó su impronta en la serie al ser el autor que todos señalan como el que más fiel se ha mantenido al original literario.  Su principal rasgo es el dinamismo que otorga a sus páginas, centrándose en Tarzán y los personajes en sí y dejando de lado las detalladas descripciones gráficas de paisajes selváticos y los decadentes decorados de las ciudades perdidas que tan excesivamente recreaba Hogarth. El Tarzán de Manning se adecua a los nuevos tiempos con una línea muy limpia, llena de escenas de acción y recreándose también en el lado más familiar del personaje, al presentarnos su relación con Jane Porter y el hijo biológico de ambos, Korak (nada que ver con el Boy de las películas de MGM).


El gran Joe Kubert es otro de los dibujantes que marcaron con su talentoso arte al rey de la selva. En 1972 propuso a DC Cómics adquirir los derechos de la serie para reiniciar la historia del hombre mono desde el principio, aunque manteniendo la numeración histórica. Kubert se hizo cargo tanto del guión, en el que adaptaba varias de las novelas de Burroughs, como del dibujo, dotando a su versión de Tarzán de un tono más fibroso y atlético, así como una composición de páginas dinámicas y acordes al formato comic-book en que se publicaban. Una etapa que se completó en veintinueve números y que supuso un hito en la historia de los cómics. Podéis ver una reseña más detallada sobre Kubert y su Tarzán en el artículo que escribí para exTreBeO hará un par de años, clickando AQUÍ.


Por supuesto, otros dibujantes e ilustradores prestaron su talento al rey de la selva en las cubiertas de las diferentes ediciones de las novelas de Burroughs que se han venido realizando, destacando el genial Frank Frazetta, Joe Jusko o Boris Vallejo, contando además con una colección española dedicada al personaje y editada por nuestro querido Josep Toutain con arte del gran José Ortiz o Alfonso Usero, entre otros.


Pero Tarzán debe gran parte de su éxito al cine. Ese prodigio de invento que ha copado nuestros sueños de aventuras imposibles y al que el rey de la selva pronto se apuntó con una primera adaptación de Tarzan of the Apes, una cinta muda estrenada en 1918, con Elmo Lincoln como Tarzán y donde aún se veía su atuendo "troglodita". Posteriormente, ya en sonoro y con su característico taparrabos, está el célebre ciclo de doce películas protagonizadas por el nadador olímpico Johnny Weissmüller para la Metro, quién dotó de carisma al personaje y lo encumbró a la fama, introduciendo variaciones con respecto al original, como Cheetah, la mona, que no existía en novelas ni cómics o Boy, el hijo adoptivo, ninguneando a Korak (en un ejemplo de censura de la época por el cual los personajes dirigidos al público infantil no podían tener hijos biológicos ya que esto implicaría que Tarzán y Jane habrían tenido relaciones sexuales). Siguieron su estela Gordon Scott o Lex Barker, entre otros, en una serie de películas de bajo presupuesto, realizadas expresamente para consumo rápido y dirigidas, como ya indiqué, a un público predominantemente infantil y juvenil, que copaba de las sesiones de cine del sábado por la mañana. 

En los años 60 y 70´s Tarzán fue deambulando en una serie de títulos de muy baja calidad y realizados para aprovechar el nombre del personaje en innumerables películas que convirtieron al hombre mono en uno de los personajes más adaptados cinematográficamente, con casi ciento cincuenta títulos en su haber.

Los años 80´s  supuso para Tarzán un resurgimiento desde una perspectiva más adulta, con dos películas que destacaron del resto; Tarzán, el hombre mono (John Derek, 1981), con Miles O´Keeffe como Tarzán y Bo Derek como una arrebatadora Jane Porter, en una cinta que resaltaba el aspecto más sensual de la historia del hombre mono y Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos (Hugh Hudson, 1984), largo título que nos devuelve al origen del rey de la selva en un film que supone un profundo estudio sobre la naturaleza humana y un canto a la ecología y la protección de la naturaleza, con Christopher Lambert como un enjuto e inadaptado Tarzán y una más recatada Jane Porter interpretada por Andie MacDowell.

Posteriormente en los noventa tendríamos Tarzán y la Ciudad Perdida (Carl Schenkel, 1998), que se supone continuaba la historia donde Greystoke la dejó, cambiando a Lambert por el más fotogénico Casper Van Dien, en una historia que también respeta argumentos clásicos y de aventura pura, como es la búsqueda de civilizaciones perdidas, en este caso la ciudad de Ophar, que ha sido múltiplemente referenciada en cómics y novelas y poco explotada en el cine y la versión Disney, Tarzán (Chris Buck/Kevin Lima, 1999) un film animado que retoma de nuevo el origen del personaje adecuándolo al estilo propio de la productora. 


La última aproximación al personaje se realizó en 2013 con Tarzán (Reinhard Klooss) otra adaptación animada, esta vez con la tecnología más moderna de captura de movimiento y 3D, en una versión libre de la historia original que sitúa al rey de la selva en nuestra época actual y que pasó por los cines con más pena que gloria.

Hasta hoy, día en que se estrena La leyenda de Tarzán (David Yates, 2016), que devuelve al hombre mono a la gran pantalla en una superproducción con visos de convertirse en franquicia y con Alexander Skarsgard como Tarzán y la deliciosa Margot Robbie como Jane Porter, y que por lo leído en la sinopsis oficial, también parece una continuación de Greystoke, devolviéndonos al rey de la selva más aventurero y que podéis disfrutar en el siguiente avance.


Parece que volveremos a oír el característico grito del rey de los monos... se lo merece.